Mañana, 10 de marzo, vuelve a haber una jornada de movilizaciones en las principales ciudades del país convocada por la Cumbre Social.
Los últimos escándalos de corrupción, las dramáticas cifras de paro, que mes a mes siguen aumentando, o los nuevos esfuerzos que la ‘troika’ pide al ejecutivo de Mariano Rajoy han contribuido a un clima social insoportable.
Poco a poco, los ciudadanos y las ciudadanas estamos viendo cómo las reformas puestas en marcha por el gobierno y las que pretende llevar a cabo, tienen una incidencia directa en nuestro día a día. Estos últimos meses, el personal sanitario ha salido a la calle en defensa de una sanidad que cada vez pretenden que sea menos pública, menos universal y menos gratuita, el mundo de la enseñanza a favor de una educación pública de calidad que pueda seguir siendo un verdadero instrumento de igualdad de oportunidades e incluso una huelga de jueces y fiscales en contra de una ley de tasas que supone un ataque al derecho a la tutela judicial efectiva y que ha provocado que el propio Ministro de Justica, Alberto Ruiz Gallardón, se vea obligado a rectificar.
Son numerosos también los retrocesos sufridos en igualdad, donde medidas como los recortes en dependencia, servicios sociales o en empleo público, nos han vuelto a situar lejos de alcanzar una igualdad real entre mujeres y hombres. O también la mencionada reforma de la Ley de Bases del Régimen Local, que pone en bandeja la privatización de servicios públicos esenciales y separa, más aún, la distancia entre la ciudadanía y la Administración.
En definitiva, han sido muchos los sectores afectados por una política basada exclusivamente en la tijera sin analizar el cómo, el dónde y a quién, sin tener en cuenta las repercusiones en la calidad de vida de la ciudadanía, especialmente aquellos y aquellas más vulnerables, que unido a una crisis sin precedentes en nuestra historia más cercana, han provocado una situación política, social y económica complicada.
Por ello mañana, los y las ciudadanas tenemos la oportunidad y la responsabilidad de salir a la calle a reclamar nuestros derechos. A reclamar una salida más justa de la crisis, una alternativa a los miles de jóvenes que sólo encuentra una salida más allá de nuestras fronteras y una democracia donde la voz de la ciudadanía pese más que las órdenes de mercados especulativos y sin escrúpulos.